Akaki Akákievich es un funcionario que trabaja como copista. Hombre austero, sencillo
y conformado con su gris rutina, dedica sus ratos libres a lo único que le complace, la
fiel copia de documentos. Hace tiempo que su capote se cae a pedazos y, a base de
privaciones y esfuerzo, reúne el dinero necesario para comprar uno nuevo. La prenda
causa sensación entre sus compañeros que, medio en broma, organizan una cena en su
honor. Tras la fiesta, mientras regresa a su casa, le atracan y le roban su preciado capote.
El funcionario recurre a la autoridad en busca de justicia pero sólo recibe
desconsideración y, poco después, muere víctima de un fuerte catarro. Pero el bueno de
Akaki aún dará que hablar...
Con este triste relato, salpicado de fino humor, Gogol hace un entrañable retrato de la
desangelada existencia de un hombre que, a pesar de ello, encuentra su momento de
gloria.