Un niño busca en vano la respuesta a una pregunta que le ronda la cabeza. Mientras tanto, cada día ordena en filas las letras de la sopa, antes de comérselas, y se entretiene mirando las calcomanías de estrellas pegadas en perfectas filas en el techo de su cuarto. Pero, un día cualquiera, la pregunta se disuelve porque llega la risa sin avisar y se mete dentro de él con la potencia del rugido del león.