Este libro me dejó a medias. La premisa me atrapó, pero sentí que no llegó a desarrollarse en su potencial total. Reconozco que habían metáforas fuertes y necesarias e incluso me gustó el lenguaje y el hilo de pensamientos y acciones que guiaban a la protagonista una vez que comprendí que no nos encontrábamos frente a una heroína convencional, sino frente a una adolescente con un don demasiado pesado; pero los hilos sueltos restan impacto a la exploración que se pudo hacer de estos problemas tan presentes en Latam.
Gran historia, muy hermosa escritura y la narradora es mi favorita!
Imagínate que con solo comer tierra puedes escuchar las historias que han sucedido en ese lugar, que te hablen las victimas que allí quedaron y de sus historias, y tú, así, puedas ayudarles en vida.
Qué gran historia, es poética, dolorosa e interesante. Me encantó la voz de Cometierra, la interpretación y el acento. Y en cuanto al texto, tiene un lenguaje tan precioso y cercano a la tierra que te envuelve completa. Esta historia atraviesa todo el cuerpo.
La segunda parte no tiene sentido; creo que pudo ser mejor.
El lenguaje poético con el que Dolores Reyes narra la historia de Cometierra dota de una sinceridad y profundidad a la novela sin necesidad de caer en la cursilería o la explotación de lo hiperreal, sobre todo cuando el tema es la violencia feminicida. La voz de la actriz del audiolibro es también un gran acierto. Gran libro.
"... los que buscan a una persona tienen algo, una marca cerca de los ojos, de la boca, la mezcla de dolor, de bronca, de fuerza, de espera, hecha cuerpo. Algo roto, en donde vive el que no vuelve."
Quienes encuentran son valiente, son constantes, dolientes de tiempo completo llenos de incertidumbre y con una sola consigna en vida. En este caso, la idea de la búsqueda sucumbe a Cometierra, quien literalmente engulle la tierra a la par de la sensación de los y las desaparecidas, despertando el terror más irracional que todos tenemos, el miedo a la verdad.
Dolores escribió una novela sumamente profunda, pero que se queda en una superficie un poco divergente, por un lado la vida del Walter que acompaña a Cometierra en este trayecto, repartiendo la labor con Hernán y Ezequiel; la vida de una vidente se sostiene en las esperanzas de quienes ven en ella un rayo esperanzador, aún cuando sus visiones no puedan proporcionarle paz ni justicia, y aún así, se obliga a si misma a engullir el dolor para darles una respuesta.
No me encantó, por que creo que se necesita una voracidad distinta para degustarlo, aún así, me ha quedado un regusto terroso en el paladar, suficiente para ver y seguir leyendo.
Comer tierra para obtener visiones, para “hacer aparecer”, para restituir, de un modo extraño, una dignidad final a las mujeres y a otras personas asesinadas y desaparecidas. Es espeluznante y genial. Al final es cierto que nos deja a medias, pero me parece que es la invitación a leer la secuela.
Cometiera narra la historia de las desaparecidas, de quienes las buscan y también de quienes deciden no hacerlo, aún teniendo la responsabilidad de hacerlo. Un retrato de nuestros días
Tiene una narración que atrapa y entretiene. Pero abre tantos tópicos que el final me deja con gusto a poco.
Aún así lo recomendaría.