Van a decir que soy bien bolsona, pues me la paso encerrada en la mansión del olvido, dizque para curar mis desgastadas enfermedades que no hacen otra cosa sino enchinchar y volverme pobre. Cuando se deja, en mis ratos de ocio pinto. Digo cuando se deja, pues la casa no se lleva sola y hay que preparar comida y cosas, que a Diego le gusta todo bien servidito. Ya ven que si se pudiera hasta en la boquita habría que alimentarlo. Sólo los veo a ustedes, y a mi raza loca. Algunos son encopetados, y otros proletarios. Para ellos, siempre tequila y comida. La radio me resulta odiosa; los diarios, pendejos, y de vez en cuando caen en mi manos novelas de detectives. Me gustan cada día más los poemas de Carlos Pellicer, y de uno que otro poeta de verdad, como Walt Whitman.