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Reinaldo Arenas

  • Silvia Santaolallahar citeretfor 2 år siden
    «No sean tontos», dijo. «¿No ven que todas esas maromas son innecesarias? Si han provocado tal alboroto, como dicen, es por la ropa que llevaban puesta. En este país ya no hay nada. Cualquier trapo extraño que se pongan tiene que causar sensación.»
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    «Ustedes saben bien», recalcó ella entonces —ya le habíamos dado la espalda— «que es por la ropa por lo que se destacan, de no ser así, ¿por qué han tejido con tanta furia durante todos estos días?».
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 2 år siden
    Es cierto que algunas veces siento miedo, que algunas veces medito sobre las cartas de mamá. Todo es tan horrible aquí, inseguros, acosados, incomunicados.
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    Antes, salir a la calle con una casaca corte imperial adornada con tachuelas era cosa corriente. Ahora es un acontecimiento.
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 2 år siden
    Tú fuiste una vez quien dijiste que nosotros éramos los verdaderos héroes. «Porque en un lugar», dijiste, «donde todo el mundo es héroe, el único que realmente lo es, es el que no quiere serlo».
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 2 år siden
    Pero todo lo demás seguía empeorando. El racionamiento completo, el hambre absoluta, la incomunicación total. Cuando se iban las luces (las apagaba y apaga el gobierno con sus extenuantes planes de ahorro) yo tenía que tejer a la luz de una vela; vela comprada en bolsa negra que tú, paciente, sostenías en alto.
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 2 år siden
    Creía saber cuáles eran tus planes (porque casi siempre he adivinado tus pensamientos, porque casi siempre hemos pensado más o menos las mismas cosas, porque casi siempre habíamos sido la misma persona), pero no imaginé que todo iba a suceder tan rápido.
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 2 år siden
    Desde el primer momento —ahora lo comprendo— quisiste opacarme, Ricardo. Pero el éxito era igual para los dos.
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 2 år siden
    Habías roto el pacto, Ricardo. El pacto tácitamente acordado desde el día en que mamá nos hizo ver las cosas como eran: sólo nos destacaríamos por nuestros trapos...
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 2 år siden
    Y en ese momento comprendí que siempre me habías mentido, Ricardo. Siempre, desde la primera vez que me hablaste. Sí, porque cuando el muchacho, envuelto en no sé qué resplandor, se puso de pie y decidió mirarte, comprendí que no era yo precisamente quien tenía los ojos más hermosos del mundo...
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