Algo más que me fascinó: la novela está construida bajo la confianza absoluta de que habrá un lector o lectora en mi caso, completando el sentido, cuidando a los personajes, queriéndolos, tratándolos de entender, acompañando sus conversaciones y sus vínculos. Amé el libro. Sentí la necesidad de acariciarlo al dar vuelta la última página. Tener de algún modo la certeza de que lo volveré a leer. De que sería un magnífico libro para hacer una lectura conjunta, para estudiar los planos de la casa junto a otres, que en la conversación literaria compartida asomen los recuerdos propios de las casas vividas, la memoria guardada en cuartos, ventanas, escaleras, que nos vuelvan al corazón momentos bellos de la infancia en los que fuimos protagonistas y asomar con valentía y curiosidad a la mirada que estaba del otro lado, en les otres, tal vez con recuerdos opuestos. Ser capaz de, siendo quienes somos hoy, conversar, conocer y reconocer a quienes eran con nosotros, como dice Charo en un momento, de "ser grande cuando era chica".