Estaba perdida en esa noción profunda y segura de que no había nada más allá de su propia experiencia. Como si las cosas pudieran seguir un solo camino, como si los años te llevasen por un pasillo hasta la sala en la que aguardaba tu yo inevitable: embrionario, listo para ser revelado. Qué triste era descubrir que a veces nunca llegábamos hasta allí. Que a veces vivíamos la vida entera deslizándonos por la superficie mientras pasaban los años, desdichados.