La filosofía como arte de vivir se suele reducir, paradójicamente, a aprender a afrontar la muerte: a un arte de morir. El mejor ejemplo es Sócrates. Este entendía la filosofía como estilo de vida y la practicaba de un modo tan radical que lo condujo a la muerte. Su discípulo Platón quedó tan afectado por lo que los atenienses le habían hecho a su maestro que en el Fedón, un diálogo que supuestamente recoge las últimas horas de vida de Sócrates, presenta hábilmente la filosofía como una «preparación para la muerte» (melétē thanátou). El Fedón, cronológicamente, pertenece al «periodo medio» de Platón y debió de escribirlo muchos años después de la muerte de su maestro.