Así pues, de la lógica de la visión del mundo de Butler se desprende no solo que no hay dos sexos biológicos estables preestablecidos de forma natural, sino también que no hay hechos preestablecidos sobre la selección natural. No hay reproducción sexual. No hay elementos químicos ni especies biológicas preexistentes. No existe el cambio climático, al menos no como se entiende comúnmente. No hay moléculas, átomos ni quarks. No hay virus ni bacterias; no hay medicamentos exitosos ni placebos. Entender el oxígeno como causa de la combustión no tiene, en última instancia, más justificación racional que hablar del concepto de flogisto del siglo XVIII (que se pensaba que residía en toda sustancia inflamable y se liberaba al arder). Hablar de las neuronas como causas del comportamiento no es ni más ni menos acertado que hablar de los «humores» corporales. El creacionismo no es ni peor ni mejor teoría que el darwinismo. No existe una verdad ahistórica y no relativa, de hecho, ni una teoría o representación científica «válida».
Es posible que me digan, en respuesta a este resumen, que me he equivocado: de hecho, queda un cierto espacio coherente en el que, dentro de la visión butleriana, se puede afirmar que todas estas cosas existen «en la realidad» y, a su vez, se entienden también como construidas «social y lingüísticamente». En cuyo caso: uf, qué alivio; si es así, ¿podemos recuperar aquí la idea de los dos sexos, por favor?