Roberto Martínez Navarrete

iba por la vida sin afán, calmado, sin precipitarse, parecía deslizarse por la existencia con la suavidad de un barco de vela

empecé a armar un cuento, mi propio cuento, el cuento de mi vida

Las joyas son alimento del ego y es al ego al que primero atendemos y del que, con muy pocas excepciones, somos esclavos. Así mismo las joyas son la obra maestra de la naturaleza y del hombre

El diálogo con la tía ciertamente terminó en la librería y la ilusión del libro, tras las primeras páginas, desapareció

Él fue el responsable de mi afición por los libros, a la conversación y al cigarrillo. Leía todo el día, era agradable interlocutor y fumaba delicioso, con fruición: era un placer contagioso, invitador, en cada calada aspiraba el universo entero, con ansia, con lujuria, el cigarrillo desaparecía en el rojo vivo del fuego, mientras él desaparecía en una nube de humo azul de sus cigarrillos Pielroja, que iba exhalando poco a poco mientras continuaba hablando. Se veía como una aparición, como algo del más allá. Olía a colonia Farina y a tabaco.

era tener muy claro qué era lo que uno quería en la vida y la única forma de saberlo era informarse, saber mucho y de muchas fuentes, para luego decidir y hacer lo que se quiere con entusiasmo.

Era creyente a su manera: decía que en el fondo de todo este caos aparente de la creación había armonía, como en la música, y que esa armonía unía y daba soporte a todo,

La calidad de la intención es la base y medida del resultado”;

El destino del hombre es hacerse o crearse a sí mismo, será el hijo de sus obras en el tiempo y el espacio”; “sin disciplina y esfuerzo no hay logro”; “como es arriba es abajo”; “una mente centrada y decidida tiene la fuerza para cambiar la realidad”; “querer, osar, callar”, eran las enseñanzas

Hay algo en India que nunca he podido saber de dónde proviene