además, existen datos que muestran de manera convincente por qué las modificaciones viscerales que aparecen con el miedo y la rabia no tienen por qué ser distintas sino, por el contrario, parecidas. Como ya se ha indicado, esas emociones acompañan la preparación del organismo para la acción y, por el mismo motivo que las condiciones que las provocan, conducen a la huida o a la resistencia (cada una exige, quizá, una tensión extrema); en cada una de esas reacciones, las necesidades del organismo son las mismas. El mecanismo del subsistema simpático entra asimismo en funcionamiento, total o parcialmente, en las emociones moderadas, por ejemplo en la alegría, la tristeza o la repugnancia, cuando éstas se manifiestan de manera suficientemente intensa.