Eileen Myles

Mi objetivo desde el día antes era desnudarnos completamente, tener ese tipo de sexo. Estaba intentando quitarle los zapatos, entre sexy y servil, pero fui tan torpe que se volvió a poner las botas verdes de estrella de rock de los setenta y se las empezó a desatar ella misma.

Siempre había recibido quejas de lo brusca que era, pero a esta mujer le podría haber metido un palo o una rama sin ningún problema.

Pero Jimi Hendrix fue lo mejor. Él representaba la destrucción. Era tan noble y ácido. Su versión de La bandera de estrellas fue el fin de los Estados Unidos para mí.

tan extraño tener a una mujer desmayada en mi cama. No conozco a nadie como la conozco a ella. La familia, qué maravilla. Y yo ahí, sin nadie a quien llamar. Mi libro también estaba en la mesita. Me

Me enamoré tanto de Jane Maxwell que casi no podía mirarla a los ojos. Se me disparaba el corazón cuando iba en dirección a mi escritorio, desde donde se veía el suyo.

esquina donde nos despedimos hace que me acuerde de ella. Sé que está viva. Yo la amaba porque había sido víctima de una violación colectiva. Siempre lo sabré. Se cambió el nombre y siguió adelante. Siempre adoptaba un apellido de casada, qué diferencia hay. Su nombre era Jane. Janey.

¿Cuántas lesbianas famosas puedes nombrar? Compáralo a la cantidad de gays que, solo con ser ellos mismos, desmienten las habladurías sobre ellos.

Tenía un millón de formas de saciar mi apetito sola, casi siempre pidiendo que me fiaran en alguna tienda de la Primera Avenida. Pero ya les debía dinero a todos. La gente me compraba bebidas, drogas y hasta tabaco, pero nadie me alimentaba. Y no quería pedir. Tenía treinta y un años y era muy humillante admitir que no tenía para comer.

No estaba «destruyendo» un matrimonio. Lo estaba expandiendo. Me enamoré de Grace de inmediato. Parecía tan lesbiana y animaba a Keith para que me mirara, como si yo fuera la primera mujer con coño del mundo entero. Si tienes dudas sobre tu feminidad, existencialmente digo, entonces se vuelve más emocionante.

Una mujer en la cocina es lo más sexy que hay. Especialmente si no soy yo. Lo enviamos a comprar más cerveza y follamos como fieras en la cocina