veces me descubro sacando fotos, feliz. Como si esa máquina pudiese interpretar mejor la imagen que quiero captar. El recuerdo que quiero fijar. Una imagen que sea reflejo de lo que veo, mi intervención en la realidad. Mi forma de percibirla. Acto seguido, como una voz o la conciencia de ese anhelo —no lo sé —, la frustración de saber que no es posible. Cualquier imagen está más allá. Y pienso que en esa búsqueda está la arrogancia de reclamar como propio algo que pertenece a un instante. Como en la escritura, un ejercicio que reclama un momento. Un relato como reflejo de esa mirada, de esa foto. Así como las palabras, que reconocen espacios y sugieren formas de ver el mundo, los recuerdos