El secretario de gobierno lee: “¿Juráis guardar y hacer guardar la Constitución y leyes generales de los Estados Unidos Mexicanos, sujetándoos desde ahora a los que arreglaren el patronato de toda la federación?” El funcionario hace una pausa esperando respuesta. Todo es silencio. Transcurren varios segundos. Munguía retira la mano de los evangelios, levanta la cabeza y exclama: “¡No!”