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John Williams

  • Adal Cortezhar citeretfor 8 måneder siden
    En su tierna juventud, Stoner había pensado en el amor como en una manera de existir absoluta a la que podría acceder si era afortunado; en su madurez había decidido que era el cielo de una religión falsa hacia el que se debía mirar con sosegado descreimiento, benévolo y crónico desprecio y vergonzante nostalgia. Ahora, a su mediana edad, empezaba a entender que ni se trataba de un estado de gracia ni de una ilusión; lo veía como un acto humano de conversión, una condición inventada y modificada, minuto a minuto y día a día, por la voluntad y la inteligencia del corazón.
  • Didí Gutiérrezhar citeretfor 7 dage siden
    Llegó a Columbia con un traje nuevo de paño negro, del catálogo de Sears & Roebuck, pagado con los ahorros de su madre, un abrigo usado que había pertenecido a su padre, un par de pantalones de sarga que una

    Recuerda describir como llega Lugarda a la escuela, con su única ropa, un vestido de hola es, muy bonito, rojo, que para el clima y el lugar era discordante, casi inadecuado. Hacía mucho frío y la escuela estaba en un pueblo, inundado por un lodazal por las lluvias.

  • Didí Gutiérrezhar citeretfor 7 dage siden
    vez al mes llevaba en la iglesia metodista de Booneville, dos camisas blancas, dos mudas de ropa de trabajo y veinticinco dólares en metálico, que su padre había pedido prestados a un vecino a cuenta del trigo del otoño. Comenzó a caminar desde Booneville, donde a primera hora de la mañana su padre y su madre le habían llevado en el carro de bueyes de la granja.

    Cómo llega a la escuela Lufarda, en el carro de bueyes del pueblo

  • Didí Gutiérrezhar citeretfor 7 dage siden
    Stoner se quedó inmóvil durante algunos minutos cuando el conductor se marchó, observando el complejo de edificios. Nunca había visto algo tan imponente. Los edificios de ladrillo rojo se alzaban sobre un campo verde y despejado, quebrado por muros de piedra y pequeñas extensiones ajardinadas. Más allá de su sobrecogimiento, tenía una repentina sensación de seguridad y serenidad que nunca había sentido. A pesar de que era tarde, caminó muchos minutos por los alrededores del campus, sólo mirando, como si no tuviera derecho a entrar.

    El azoro de Lugarda a su llegada a la escuela, pese a que es humilde, el lugar para ella escuela hermoso, fino, reluciente.

  • Didí Gutiérrezhar citeretfor 7 dage siden
    de comer y de beber al ganado, lava a los cerdos por la mañana». Dijo Foote velozmente.
    Stoner le miró inexpresivamente. «¿Qué?».
    «Eso es lo que harás por las mañanas», dijo Foote, «antes de irte a estudiar. Luego, por la noche aliméntalos y lávalos otra vez, recoge los huevos y ordeña las vacas. Corta leña cuando encuentres tiempo. Los fines de semana me ayudarás con lo que esté haciendo».
    «Sí, señor», dijo Stoner.

    Lo que hará Lugarda mientras vive con su padre, e intenta estudiar para maestra

  • Didí Gutiérrezhar citeretfor 7 dage siden
    Así que, por nueve meses de alojamiento y comida, alimentó y limpió ganado, lavó cerdos, recogió huevos, ordeñó vacas y cortó leña. También aró y abonó campos, cavó alcorques (en invierno atravesando varios centímetros de tierra helada) y batió mantequilla para la señora Foote, que le observaba meneando la cabeza con aprobación mientras la batidora de madera chapoteaba de aquí para allá entre la leche

    Sus actividades en la refaccionaría

  • Didí Gutiérrezhar citeretfor 11 timer siden
    sentía fuera del tiempo, como se había sentido aquel día en clase cuando Archer Sloane le había hablado. El pasado se aparecía desde la oscuridad en la que permanecía y los muertos volvían a la vida ante él, así el pasado y los muertos fluían hacia el presente entre los vivos, de manera que, por un instante, tenía una visión de densidad en la que se compactaba y de la que no podía escapar, de la que tampoco sentía ningún deseo de escapar. Tristán e Isolda la Justa, desfilaban ante él; Paolo y Francesca giraban en la ardiente oscuridad; Helena y el deslumbrante Paris, con la amargura en sus rostros por las consecuencias de sus actos, surgían de la penumbra. Y estaba con ellos de un modo en el que nunca podía estar con sus compañeros que iban de clase en clase, con quienes compartía techo en una gran universidad en Columbia, Misuri, y que caminaban despreocupados al viento del medio oeste.

    Esta sensación de pertenecer a otro mundo.

  • Dianela Villicaña Denahar citeretsidste år
    los diecisiete sus hombros habían empezado ya a encorvarse bajo el peso de sus ocupaciones
  • Dianela Villicaña Denahar citeretsidste år
    Un estudiante cualquiera al que le viniera a la cabeza su nombre podría preguntarse tal vez quién fue William Stoner, pero rara vez llevará su curiosidad más allá de la pregunta casual. Los colegas de Stoner, que no le tenían particular estima cuando estaba vivo, ahora raramente hablaban de él; para los más viejos, su nombre era un recordatorio del final que nos espera a todos, y para los más jóvenes es meramente un sonido que no evoca ninguna sensación del pasado ni ninguna identidad con la que ellos pudieran asociarse ni a sí mismos ni a sus carreras
  • Dianela Villicaña Denahar citeretsidste år
    William miró a su madre. «¿Mamá?», preguntó.
    Ella dijo en un tono neutro: «Haz lo que diga tu padre».
    «¿De verdad quieren que me vaya?», preguntó, como si casi esperara una negativa. «¿De verdad quieren que me vaya?»
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