Felipe Munita Jordán

década de los setenta

Más que de lectura y lector, se habla ahora de prácticas de lectura y de comunidad de lectores, mientras que el análisis del lector inscrito en el libro se traslada a los procesos mentales de recepción e interpretación de los lectores reales en su contexto sociocultural.

algo que nos recuerda aquí específicamente que los cambios se suscitan desde el intercambio personal y afectivo, desde la propia construcción de identidades lectoras y profesionales.

Formar lectores implica ser un/una verdadera «Señora de los libros» [en alusión al libro de Heather Henson]. Dejar un espacio para leer, donde se pueda comentar y discutir textos e ilustraciones. Crear lectores quiere decir ser alguien que reparte llaves para abrir puertas y tal vez portales. Para formar lectores es necesario ser optimista, paciente y esperanzado. Hay que ser capaz de transmitir energía y poder contagiar el entusiasmo de trabajar la materia literaria escondida.1

Felipe Munita nos brin

mediador2 para designar a ese amplio conjunto de actores socioeducativos conformado por docentes, bibliotecarios, cuentacuentos, libreros y muchos otros animadores socioculturales relacionados con el mundo del libro y la lectura

la actuación mediadora en contexto escolar, que, en la feliz expresión de Graciela Montes, sigue siendo nuestra «gran ocasión» para formar ciudadanos que sean participantes activos en la producción, circulación y recepción de la cultura escrita.

A los que crecieron lejos de los soportes impresos, alguien debe prestarles su voz para que oigan la que el libro transporta.

MICHÈLE PETIT

podría decirse que la creencia de una «lectura para todos», así como la preocupación académica y social por los no lectores, es una invención de la segunda mitad del siglo XX.

biblioteca de estudio para las elites, y las bibliotecas populares para el resto de la población; sistemas que, después de 1968, se fusionan en un nuevo modelo de biblioteca pública universalista y para todos.

Todo esto implica, al menos, dos importantes movimientos internos para la (re)definición del campo de la promoción de la lectura. El primero es el progresivo alejamiento de la idea de «animación a la lectura» que acompañó sus primeras formulaciones en los últimos lustros del siglo XX. Entendida como un amplio y heterogéneo conjunto de estrategias y actividades para promover el acercamiento de niños y jóvenes al libro, esta