Joana Marcús Sastre

No hace tanto tiempo, nena —Jack me sonrió dulcemente.
¿Nena? Ni siquiera me había llamado así en su vida. Solo quería incordiar.
—Hace bastante tiempo, nene

Respiré hondo y me incorporé. Todo el mundo seguía mirándome fijamente. Puse ambos puños en las caderas

—¡Ten cuidado, es mi regalo!

—¡Solo era para animar la cosa! ¡Estabas como... ida!

Hay que tener más paciencia, Jackie —me burlé.

—Cállate y mira tu regalo, Michelle.

—Bueno, está claro que una de tus virtudes no es la adivinación, Jackie.

—Exacto, Jackie —lo irrité.

—¿Estás estudiando, Jennifer? —

Agnes disimulaba menos y, directamente, la miraba con desagrado.

—Igual tú eres el idiota al pensar que Jack no podría darse cuenta de eso por sí solo —murmuré.

La verdad es que no me esperaba que me besara tan pronto y tan triste, pero correspondí al instante. Estuve a punto de dejarme llevar como siempre, pero me contuve cuando noté que me estaba besando de forma diferente. Casi como si fuera la última vez que lo hacía

—¡No lo estoy! Este no es mi hogar, es el tuyo.

—Jen...

—No formo parte de esto, Jack.

—Formas parte de mí.