Santiago Solís Montes de Oca

perdió tres años en cavilaciones cuando, según sus cálculos, solamente habían transcurrido siete horas y media.

Un escalofrío le nació en la espalda y se le depositó como un sabor amargo en la base de la lengua

el calendario marcaba lunes, en vez de viernes.

aunque el humor se le enfermó de melancolía.

El último dígito que observas es el 287 mil… Sabes que cuando alcances el límite, el tiempo se detendrá.

¿Más allá? Más allá no existe tal cosa; más allá sólo hay un espacio que lo abarca todo, pasado, presente y futuro.

Un estallido luminoso te rodea y te sumas con docilidad a él. La paz, la causa última de las cosas, el principio y el fin.

¿Y Él? ¿Dónde está Él ahora? Tu sonrisa se vuelve la unión eterna de dos puntos infinitamente distantes.

Ahora, eres Él.

El último dígito que observas es el 287 mil… Sabes que cuando alcances el límite, el tiempo se detendrá.

¿Más allá? Más allá no existe tal cosa; más allá sólo hay un espacio que lo abarca todo, pasado, presente y futuro.

Un estallido luminoso te rodea y te sumas con docilidad a él. La paz, la causa última de las cosas, el principio y el fin.

¿Y Él? ¿Dónde está Él ahora? Tu sonrisa se vuelve la unión eterna de dos puntos infinitamente distantes.

Ahora, eres Él.

imperceptible murmullo de las ideas al arrastrarse por la trama del pensamiento”

la tortuga avanza diez metros en diez segundos, avanzará un metro por segundo. Del mismo modo, para recorrer un centímetro utilizaría una centésima de segundo. Podríamos internarnos más y más en esta reflexión hasta que el desplazamiento de la tortuga sea nulo; en ese preciso momento en que el tiempo se vuelve indivisible y el mundo se torna intransmutable,

Pues teniendo ya siete reportes de impuntualidad, el octavo hubiese significado, por fuerza, una cesantía.

allá, el calendario de abril, burlón y exánime, como un payaso muerto.