Mientras avanzo soy muy consciente de que no soy el abogado con rifle de lujo y pintura facial que estrena su conjunto de camuflaje, pero tampoco el entregado cazador nativo que he pretendido ser todos estos años. Ahora, cuando regreso a este lugar, a Dickinson, lo hago como una especie de forastero; después de todo, me fui, recibí una educación, perdí algo de acento. Incluso me casé con una yanqui. Y volver así, a la caza de detalles para mis relatos, es un poco como cazar furtivamente en una tierra que ya no me pertenece. Pero nunca he perdido la necesidad de hablar de mi Alabama, de revelarla tal y como es, frondosa, verde y llena de muerte. Así que regreso con todo lo que he aprendido. Vuelvo a donde la vida muere con lentitud y