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Elena Sandoval

  • José Luis Silva Estradahar citeretfor 5 dage siden
    –Anchas espaldas tiene la muerte. ¡Qué admirable carga de títulos se le hace llevar alegremente y qué talento hay que tener para hacer de una tumba un monumento a la vanidad!
  • José Luis Silva Estradahar citeretfor 4 dage siden
    –No temamos jamás a los ladrones ni a los asesinos. Esos peligros son los peligros de fuera, pequeños peligros.Temámonos a nosotros mismos. Los prejuicios, ésos son los ladrones; los vicios, ahí tenéis a los asesinos. Los grandes peligros están en nuestro interior. ¡Poco importa lo que amenaza nuestra cabeza o nuestro bolsillo! No pensemos sino en lo que amenaza nuestra alma.
  • José Luis Silva Estradahar citeretfor 4 dage siden
    El desmoronamiento de los errores y de los prejuicios da paso a la luz.
  • José Luis Silva Estradahar citeretfor 4 dage siden
    No basta con destruir los abusos; hay que modificar las costumbres.
  • José Luis Silva Estradahar citeretfor 3 dage siden
    –El infinito es. Está ahí. Si el infinito no tuviera un yo, el yo sería su límite, y no sería infinito. En otros términos, no sería.Ahora bien, es. Por tanto, tiene un yo. Ese yo del infinito es Dios.
  • José Luis Silva Estradahar citeretfor 18 timer siden
    La vulgaridad es un viejo Narciso que se adora a sí mismo y que aplaude lo vulgar.
  • juan diego esquivias padillahar citeretsidste år
    Había en el auditorio un rico comerciante retirado, algo usurero, Géborand, el cual había ganado medio millón fabricando gruesas telas, sargas diversas y un tipo de bonetes de fieltro llamado fez, todo de bajo precio. No había dado una limosna en su vida, pero después del sermón se advirtió que todos los domingos daba cinco céntimos a los viejos mendigos que pedían en el portal de la catedral.Y eran seis a repartirse aquello. Un día, el obispo le vio haciendo su caridad y le dijo a la hermana con una sonrisa:
    –Ahí tienes al señor Géborand comprando cinco céntimos de paraíso.
  • juan diego esquivias padillahar citeretsidste år
    El hombre lleva sobre sí el peso de la carne, que es a la vez su fardo y su tentación. La arrastra y cede a ella.
    »Debe vigilarla, contenerla, reprimirla, y no obedecerla más que en caso extremo. En esta obediencia, puede todavía haber falta, pero la falta así cometida es venial. Es una caída, pero una caída de rodillas que puede acabar en oración.
  • juan diego esquivias padillahar citeretsidste år
    Dios da el aire a los hombres y la ley se lo vende.
  • juan diego esquivias padillahar citeretsidste år
    La nota dice así:
    «¡Oh vos, que sois!
    »El Eclesiastés os llama Todopoderoso, los Macabeos os llaman Creador; la Epístola a los Efesios os llama Libertad; Baruch os llama Inmensidad; los Salmos os llaman Sabiduría y Verdad; Juan os llama Luz; los Reyes, Señor; el Éxodo, Providencia; el Levítico, Santidad; Esdras, Justicia; la creación os llama Dios, el hombre os llama Padre; pero Salomón os llama Misericordia, y éste es el más bello de todos vuestros nombres».
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