Kate Bolick

Esto también significa que, a pesar de no ser pocas, las solteras se consideran siempre una anomalía, una aberración con respecto al orden social.

¿En qué habría estado yo pensando? Es difícil que no te guste un hombre que ve la belleza de una mujer en su espíritu, no en la perfección de su rostro.

El mayor acontecimiento de todos —un acontecimiento sutil que los dos eran demasiado simples para entender— era que los pies de Louisa se habían adentrado en un camino […] tan recto e inmutable que sólo encontraría freno en la tumba y tan estrecho que no cabía nadie más a su lado.

hombres desean la sensación de poder más que la de libertad. […] Desean a alguien dependiente de ellos más que a un camarada. Mientras puedan ser los amos y señores en un piso de treinta dólares, estarán dispuestos a ser esclavos en el mundo exterior. […

Edna Millay, había cinco mujeres así: la articulista Maeve Brennan, la columnista Neith Boyce, la novelista Edith Wharton y la socióloga visionaria Charlotte Perkins Gilman

Para entorpecer aún más el autoconocimiento, existe la teoría de que los seres humanos carecemos de imaginación para «recordar» nada que se remonte a una o dos

generaciones anteriores a la nuestra, lo que limita nuestra memoria histórica a las épocas de nuestros padres y abuelos. Ésta puede ser la razón por la que la llamada «edad dorada» de los cincuenta y primeros sesenta se siga cerniendo de esta manera sobre nuestra conciencia contemporánea y nos fuerce a muchos a creer que la institución del matrimonio siempre ha sido y siempre será así. No somos capaces de ver, a través del denso seto de normas y expectativas, las décadas precedentes

Nadine Gordimer, Edna O’Brien, Annie Proulx

He terminado de leer Según venga el juego de Joan Didion y La casa de la alegría de Edith Wharton

La mujer se llamaba Maeve Brennan. Se acababa de reeditar una versión ampliada de su recopilación de ensayos, Crónicas de Nueva York