Sigue teniendo esos ojos negros que derriten con la mirada. Y ese flequillo ajado por el salitre y el sol. Cosas del surf, igual que el bronceado perpetuo y los músculos esculpidos por las olas.
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A simple vista no es atractivo, pero es innegable el encanto salvaje que le otorga una barba de dos días, tan negra como sus ojos, y los pendientes que luce en ambas orejas. Un pirata.
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El aire frío de la noche otoñal envuelve a Julia en el acto, acariciándole cada centímetro de su piel desnuda.