A.E. Quintero

Como echar raíces azules en la cama.

Que no te dolieras hacia dentro,

Pero pienso que el dolor
reconoce a los de su propia especie,

acomodar un cojín,
o dar de vueltas con un plumero en la mano
pueden ser maneras distintas de llorar,
de irse y de llorar.

El dolor,
ese territorio heredado.

Se quitarán de la ventana
el gato y la tarde

Como también a veces
me parecen felices ciertos árboles
que toman de pretexto la lluvia para tocarse,
para acercar sus cuerpos
como un par de niños bajo las sábanas.

Uno llega a los libros
–quién sea–
por accidente. Y
tarde o temprano
te aplastan.

Y a mí
todo lo que es ausencia, ausentarse,
me rompe los vidrios. Ejerce una poderosa detonación
casi como el que se tira al piso al escuchar un bombardeo, una balacera.

o sé por qué me afectan tanto las cosas
que dejan de funcionar, que se ausentan.
A veces he pensado en comprar dos cosas de lo mismo.