Debemos ser (agárrense porque la lista es larga) padres, esposos, profesionales, maestros, decididos, astutos, veraces, activos, adaptables, rápidos, diplomáticos, optimistas, ordenados, eficientes, ágiles, emprendedores, carismáticos, productivos, hábiles, constructivos, inventivos, motivadores, tenaces, líderes, competitivos, ganadores, números uno. Siempre debemos, sin pensarlo demasiado. Hasta llegamos a creer que para eso hemos venido a este mundo y, ciertamente, hablando del «deber», no debería ser así; porque en este «deber» demandante, es imposible no sentirnos en deuda constantemente.