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Laird Koenig

  • Jeroaméhar citeretfor 9 måneder siden
    mientras la luz tenue y temblorosa del fuego empujaba las sombras hacia los rincones
  • Jeroaméhar citeretfor 9 måneder siden
    —Qué silencio —dijo él, y por primera vez bajó la voz—. Escucha. A veces, desde esta casa se oye el mar. Esta noche solo se oye el viento.
  • Yaneli Castellanos Ghar citeretfor 9 måneder siden
    la casa pronto la llenó de un júbilo tan grande que cerró los ojos en un intento por atrapar esa felicidad, por impedir que el momento pasara.
  • Yaneli Castellanos Ghar citeretfor 9 måneder siden
    Cruzaron miradas fugaces. Una vez más, se había dicho algo que los incluía en un futuro común.
  • Daiyahar citeretfor 5 måneder siden
    El juego es para personas que quieren reglas porque tienen miedo de creer en algo en lo que todos los demás ya no creen. Les asusta salir de sus cuatro paredes y hacer algo con su vida. El juego es para personas que quieren que les digan qué hacer.
  • Daiyahar citeretfor 5 måneder siden
    —Mi querido, queridísimo Mario, no te vayas nunca. ¿Me lo prometes?
  • Daiyahar citeretfor 5 måneder siden
    Ellos. Mario le había preguntado una vez quiénes eran ellos. Ese era el peligro con el que ambos vivían. Cualquiera podía ser ellos.
  • Dianela Villicaña Denahar citeretsidste år
    La niña se quedó inmóvil en el centro de la habitación. Esperó en la oscuridad casi total mientras la luz tenue y temblorosa del fuego empujaba las sombras hacia los rincones.
    Esperó. Pronto llegaría el momento que durante tantos días había aguardado
  • Dianela Villicaña Denahar citeretsidste år
    la encimera de la cocina la niña abrió una caja de cartón y, con mucho cuidado, usando ambas manos, extrajo una pequeña tarta recubierta de glaseado amarillo pálido y la colocó en una fuente. Aunque se manchó las manos con el polvo de azúcar, no se chupó los dedos. Se limpió con papel de cocina.
    Fue colocando trece velitas amarillas en la superficie reluciente y satinada de la tarta, bien erguidas y en círculo. El resto de las velas lo devolvió al cajón
  • Dianela Villicaña Denahar citeretsidste år
    Estaba descalza sobre el suave suelo de roble. Sí, estaba satisfecha. Tenía un aspecto muy similar al de aquellas vírgenes tan solemnes de la mitología, una sacerdotisa depositando una ofrenda en un altar
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