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J.M.

  • Julio César Contreras Pérezhar citeretfor 2 år siden
    notable cómo hasta nuestros días existe en México por ignorancia, soberbia o ambas, un desdén hacia las literaturas “menores”
  • Julio César Contreras Pérezhar citeretfor 2 år siden
    notable cómo hasta nuestros días existe en México por ignorancia, soberbia o ambas, un desdén hacia las literaturas “menores”
  • Julio César Contreras Pérezhar citeretfor 2 år siden
    No sé cuándo volveré a tener dinero, todo depende de la eventualidad, me he acostumbrado a no confiar en mis capacidades ni en un mercado laboral que apoltrona a dos millones ciento cincuenta mil, según cifras oficiales, en el camastro de la Sécurité Sociale.
  • Julio César Contreras Pérezhar citeretfor 2 år siden
    Tijuana, territorio de desalmados. Saltándose la hipócrita aduana del progreso, llegó antes que nadie al destino que nos espera sin importar nuestro origen.
  • Julio César Contreras Pérezhar citeretfor 2 år siden
    Tijuana no es un infierno, es la tierra prometida a nuestra urgencia de destino.
  • Julio César Contreras Pérezhar citeretfor 2 år siden
    Algarabía ausente en las oficinas de desempleados, tan necesaria para entender que éramos mayoría atrancada en el olvido.
  • Adal Cortezhar citeretfor 2 år siden
    Cuando Dios te da un don, también te da un látigo, y el látigo es únicamente para autoflagelarse.
    Truman Capote
  • Adal Cortezhar citeretfor 2 år siden
    El talón de hierro forma parte del cuarteto de novelas clásicas de ciencia ficción que vaticinan el peligro de los regímenes totalitarios: Nosotros de Evgueni I. Zamyatin (1920); Brave New World de Aldous Huxley (1932) y 1984 de George Orwell, publicada en 1949. Cada una a su modo, niega la fe en un mundo cada vez mejor gracias a la ciencia y la tecnología. Las imágenes apocalípticas del futuro que se han introducido en la conciencia popular se deben a estas novelas.
  • Adal Cortezhar citeretfor 2 år siden
    La muerte era tan tediosa. Eso era lo peor de la muerte. Era tediosa. Una vez que sucedía no había nada que hacer. No podías jugar al tenis con ella ni convertirla en una caja de bombones. Estaba allí, como una llanta desinflanda. La muerte era estúpida.
    Charles Bukowski: La muerte del padre
  • Adal Cortezhar citeretfor 2 år siden
    Primeras versiones de estas crónicas y perfiles aparecieron durante los últimos doce años en las siguientes publicaciones: revista Nitro, suplemento “El Ángel” de Reforma, La Crónica de hoy, Letras Libres, Nexos, “Ovaciones en la Cultura”, Día Siete, Replicante, revista Generación, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, suplemento “Posdata” de El Independiente, revista Equis y Cuadernos de Periodismo Gonzo.
    Si los escritores no tuviéramos editores en quien confiar, ningún intento por escribir valdría la pena. Tengo la fortuna de que las siguientes personas se hayan convertido también en mis amigos: Sergio González Rodríguez, Fernanda Solórzano, Miguel Ángel Quemain, Carlos Martínez Rentería, Alejandro Páez Varela, Héctor de Mauleón, Mauricio Bares, Luis Alberto Ayala Blanco, Rogelio Villarreal, Braulio Peralta, Rafael Pérez Gay y Ciro Murayama.
    ¡Postre o Muerte!
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