«Deja a tus hijos, tú salte y déjalos hacer. Mientras estés ahí todo el día, ellos no te van a demostrar de qué material están hechos; si no están agarrando la onda es por ti, porque no los dejas». El orgullo con el que lo decía borró para siempre el sentimiento de culpa que muchas veces me atormentó