Irina Bogdaschevski

  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    Pasternak no es un niño, el mundo es un niño en él. Al propio Pasternak lo ubicaría en los primeros días de la creación: de los primeros ríos, de los primeros amaneceres, de las primeras tormentas.
  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    Pataleaba la lluvia a la puerta,
    y olía a corcho de vino.
    Así olía el polvo. Así la maleza.
  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    Para él la vida cotidiana está (revise según las citas) casi siempre en el movimiento: el molino, el vagón, el aroma peregrino del vino de los vagabundos, el parloteo de las membranas, el movimiento de los canteros, el té derramado, – ¡no es algo traído de los pelos! – verifíquelo: hasta el sueño tiene movimiento: el pulso en la sien.
    La vida cotidiana como rutina, como ambiente, como roble
  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    (Insisto: ¡la soledad de la lluvia, y no la soledad del hombre bajo la lluvia!)
  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    Preguntarás, quién ordena
    que labios de dalias y asteres
    sufran tanto en septiembre,
    que las pequeñas hojas de los sauces
    desde cariátides canosas
    vuelen hacia las húmedas lápidas
    de los hospitales otoñales
    Preguntarás, quién lo dispone.

    … El Dios omnipotente de los detalles,
    Omnipotente Dios del amor
  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    Esto no es una reseña: es la tentativa de encontrar una salida para no ahogarse. El único contemporáneo mío, para quien no me alcanzó mi caja torácica.
  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    Este libro es para las almas, lo que Maiakovski es para los cuerpos: descarga en la acción. Este libro no sólo es curativo – como aquellas somníferas hierbas suyas, – sino milagroso.
  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    la ganancia (porque la única ganancia de cualquier sentimiento nuestro es su máxima acumulación) – la ganancia era mía.
  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    Si no me equivoco, durante aquella velada vi por primera (y única) vez a la poeta Lvova. No muy alta, vestida modestamente de azul, de ojos-cejas-cabello negros, con un fuerte rubor en el rostro, con aspecto muy estudiantil, muy juvenil. Su postura erguida, opuesta a la inclinación de Briúsov. Una perfecta visión del hombre y la mujer: frente a la altivez del orgullo por é l – la condescendencia del orgullo por s í m i s m a. La sensación de felicidad plena de ella, apenas contenida.
    Él – la cortejaba.
  • Ivana Melgozahar citeretsidste år
    si hubiese pasado por encima de sí mismo – habría podido valorar debidamente lo irrepetible de estas circunstancias…

    Había olvidado que su corazón es sólo un velador,
    ¡no una estrella! ¡Lo había olvidado!
fb2epub
Træk og slip dine filer (ikke mere end 5 ad gangen)