Marcelo Marino

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    va Perón arrastró en vida y luego de su muerte ese imaginario compartido entre modelos y actrices, y el ataque político de sus adversarios se fundó primordialmente sobre esos argumentos. Muchos de los relatos biográficos de Eva, inclusive los mejor intencionados, también se han hecho eco de estos supuestos. Lo cierto es que estas representaciones de las modelos poseían parte de verdad, pero también contenían componentes altamente ficcionales –y, por tanto, atractivos para la creación de historias de todo tipo–. En muchas ocasiones, las vidas de las modelos no fueron ni tan miserables o marginales, ni tan extravagantes, ni tan glamorosas. Justamente, en la esencia de la profesión estaba la creación de una fantasía, una apariencia a través de poses y gestos. No obstante el condimento de glamour, atrevimiento o elegancia que pudiesen destilar las imágenes, el modelaje no dejaba de estar anclado en el mundo del trabajo remunerado (figs. 5 y 6).
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    así que la modelo, en este sistema profesional y por sus propiedades camaleónicas, podía devenir actriz. El oficio de modelo se transformó en un puente para conquistar un tipo de emancipación difícil de lograr de otra manera en el mundo del trabajo femenino. Así, la modelo-actriz cubría una variedad de actividades laborales como el modelaje en salones de modistas, la publicidad gráfica y los pequeños roles teatrales sobre el escenario. De allí, algunas hacían el salto al cine y al radioteatro. Las biografías de Eva frecuentemente ignoran cuán propio del sistema de la moda fue este proceso de formación del mito. Desde la teoría de la moda, Eva integró un sistema en el cual sus decisiones laborales tuvieron mucho sentido (figs. 3 y 4
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    Esto último lleva a considerar el segundo punto de Evans: la profesión de modelo como enmascaramiento de clase (Evans, 2013: 185-199). El oficio de modelo, casi por definición y sobre todo a partir de la década del treinta, se puede entender
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    también como un muestrario de técnicas corporales para el encubrimiento de clase. La modelo, al animar un vestido, al crear una pose, negocia su subjetividad y asume los gestos y códigos de un grupo social del que no proviene pero que habita. Genera deseos, atracciones y rechazos, al tiempo que emerge como una identidad social (figs. 7 y 8). A lo largo de las décadas del veinte y del treinta, este enmascaramiento permitió que muchas modelos-actrices se transformasen en esposas, compañeras o amantes de hombres y mujeres de clases altas o pertenecientes a profesiones más estables o mejores rentadas. Esto no es un detalle menor puesto que hace referencia a los espacios de autonomía y de libertad propiciados por gran parte de las profesiones y oficios históricamente ligados a la moda y a la costura (Baldasarre, 2021: 77-129). Por supuesto que estos mecanismos de movilidad social despertaban –y lo hacen aun hoy– críticas, ansiedades y resistencias. Mi intención aquí no es hacer foco en los juicios de valor sobre estas estrategias, sino más bien señalar la inserción de Eva en este universo de prácticas surgidas en gran parte de las sociabilidades propias del mundo de la moda.
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    Eva también demostraba inquietudes políticas claras. Sin embargo, estimo muy sugerente explorar su figura dentro del sistema de la moda para desmantelar o matizar supuestos tales como que no sabía vestirse, que era vulgar, que no tenía modales o que no tenía talento. En el mundo del espectáculo y en la política, la impronta temprana de Eva Duarte y sus dotes de supervivencia dieron prueba de lo contrar
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    impacto que pudo haber tenido este vínculo temprano con la moda en sus sofisticadas estrategias de comunicación a través de su apariencia.
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    “por fuera” no significa ignorar esas discusiones sino más bien entender que muchas de las piezas que encastran el mito de Evita –que es el de su cuerpo y de su apariencia– también se articulan y sujetan gracias a un importante discurso de la moda.(4)
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    Laura Zambrini recorre en su capítulo “La gira del Arco Iris: cuando Eva visitó Europa”, fue de una
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    contacto de primera mano de Eva Perón con la alta costura europea durante la gira es el episodio fundante del mito de Evita como ícono de la moda. En el capítulo que escribo para este volumen, “Ícono de la moda, Eva Perón y los diseñadores europeos”,
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    Daniela Lucena analiza en su capítulo “El insulto que es nuestra gloria: ¡Descamisados!”, l
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