Si nos abstraemos de los sucesos concretos, por más llamativos que resulten, lo que observamos en términos de tendencias políticas es: (i) una fuerte polarización política, (ii) una elevada volatilidad del voto, (iii) la aparición de hiperliderazgos que trascienden las estructuras organizativas de los partidos y (iv) una extendida desafección política en muchos países, muy relacionada con la percepción de que la voz de los ciudadanos no tiene peso en las decisiones políticas.