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Hunter Thompson

  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    Me apetecía muchísimo cruzar Las Vegas deslumbrando a todos con aquel cacharro. Podía incluso hacer una pequeña carrera en el Strip: subir hasta aquel semáforo grande que hay frente al Flamingo y ponerme a gritar al tráfico:
    –¡Está bien, so mierdas! ¡Maricones! ¡Cuando esa luz se ponga verde, voy a salir zumbando con este chisme y os barreré a todos de la carretera!
  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    En una ciudad llena de locos auténticos, nadie percibe siquiera a un loco del ácido
  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    Las Vegas no es el tipo de ciudad donde le gustaría a uno bajar a la calle principal apuntando a la gente con un instrumento negro parecido a un bazuca.
  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    Las Vegas es una sociedad de masturbadores armados/ aquí la emoción es el juego/el sexo es un extra/un viaje raro para los ricachos... putas de la casa para los ganadores, pajas para la chusma desafortunada.»
  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    Las Vegas es la ciudad más siniestra del mundo para un perdedor.
  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    Pero bueno –dijo él–. ¿Por qué estamos aquí? ¿Hemos venido a divertirnos o a trabajar?
    –A trabajar, claro –contesté
  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    El vestíbulo apestaba lindamente a formica de alta calidad y palmeras de plástico... era claramente un refugio distinguido para Grandes Gastadores
  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    El Circus-Circus es donde iría la gente maja la noche del sábado si hubiesen ganado la guerra los nazis
  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    Pero nadie puede manejar ese otro viaje: la posibilidad de que cualquier chiflado con un dólar noventa y ocho pueda entrar en el Circus-Circus y aparecer de pronto en el cielo de Las Vegas a tamaño doce veces el de Dios, aullando lo que se le pase por la cabeza. No, ésta no es una ciudad buena para las drogas psicodélicas. La propia realidad está ya demasiado pasada
  • Reina Azúcarhar citeretsidste år
    Gran golpe de suerte en Silver City. Haga saltar la banca y vuelva rico a casa. ¿Por qué no? Paré en la Rueda de la Fortuna y eché un dólar a Thomas Jefferson... un billete de dos dólares, el ticket del Buen Freak, pensando como siempre que una apuesta instintiva hecha al azar podría dar el premio.
    Pero no. Sólo otros dos dólares por el retrete. ¡Cabrones!
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