Pero ¿acaso era posible frenar el avance de la historia? Mientras los soberanos absolutistas trataban de congelar la política, la economía y la sociedad seguían cambiando, y era cuestión de tiempo que el desajuste entre una y otras fuera tan grande que, en total ausencia de reformas, la revolución regresara para resolverlo. Y eso fue lo que sucedió. En tres oleadas sucesivas, la revolución volvió a recorrer las tierras de Europa. Una vez más, las crisis de subsistencias, que alimentaron el descontento de las clases populares, fueron el disparador; el liberalismo y el nacionalismo proporcionaron las ideas, y la burguesía, el liderazgo