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Etgar Keret

  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    Vuelvo a empezar.

    –Un hombre está sentado en una habitación. Está solo. Es escritor. Quiere escribir un cuento. Ha pasado mucho tiempo desde que escribió su último cuento y siente una fuerte añoranza. Echa de menos la sensación de crear algo a partir de algo. Sí, algo a partir de algo. Porque eso de crear algo de la nada es para cuando de verdad se inventa algo. Y eso ni merece la pena ni es gran cosa. Mientras que crear algo a partir de algo quiere decir saber descubrir algo que ya existía todo el tiempo en ti y descubrirlo a través de algo que ha sucedido y que nunca antes había pasado. Finalmente, el hombre decide escribir sobre la situación. No sobre la situación política, ni tampoco sobre la situación social del país. Decide escribir un cuento sobre la situación humana, o mejor dicho, sobre la condición humana tal y como él la está experimentando en ese mismo momento. Pero no se le ocurre nada. Porque la situación humana, tal y como él la está viviendo en ese momento, según parece, no merece ningún cuento.
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    el niño nació con daños cerebrales. Y en Estados Unidos, como en la mayoría de los lugares del mundo, cuando eres madre soltera de un niño retrasado, puede decirse que tu suerte está echada. Seguro que habrá alguna película mala que sostiene que eso no es así, que puedes encontrar el amor, estudiar una carrera y otras cosas por el estilo. Pero no deja de ser una película. En la vida real, desde el momento en el que te dicen que tu hijo sufre retraso mental, es como si te colgaran por encima de la cabeza un cartel con luces de neón parpadeantes que dijera «game over».
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    «Agárrame la mano», eso es lo que Jeremy Kleinman quería decirle a la responsable del restaurante mientras la vida se le escapaba como de una bolsa pinchada de leche chocolateada, «dame la mano y no me la sueltes». Pero no se lo dijo porque ella le pidió que no hablara. No se lo dijo porque no hizo falta: ella lo tuvo agarrado de su sudorosa mano hasta que murió.
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    Tres días después de aquello recibió un correo electrónico del director general de la compañía. Lo que había tenido lugar en aquella sucursal lo llevó a decidirse a vender la compañía y a retirarse. La decisión lo sacó lo suficiente de la depresión como para poder empezar a contestar los correos. Los respondió con el ordenador portátil desde una maravillosa playa de Brasil. En el largo correo que escribió le daba toda la razón y le decía que les transmitiría su razonada petición a los nuevos directores. En el momento en el que le dio a la tecla de «enviar», tocó con el dedo las alas de una mariposa que descansaba adormecida en el teclado del ordenador portátil. La mariposa batió las alas. En algún lugar del otro lado del mundo empezaron a soplar unos malos vientos
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    Cuando Ronel despertó con el mágico sol de aquel martes y se encontró a su querido terrier Shjire entre las piernas lamiéndole la erección matutina, le pasó por su obtusa y relativamente desocupada mente un solo pensamiento, afilado como una navaja: «¿Es esto sexo?». Léase: ¿estaría Shjire lamiéndole los testículos de la misma manera que solía lamer los de Schneider, el schnauzer enano al que Shjire intentaba montar cada vez que se encontraba con él en el parque Meir, o no sería que Shjire le estaba lamiendo el miembro viril a su dueño por lo mismo por lo que escogía lamer las gotas de rocío a cualquier aromática hoja con la que se encontraba por la calle?

    Esa, realmente, era una pregunta preocupante. Aunque no tan preocupante como la pregunta de si Niva, su mujer, tan generosa de caderas, sospechaba que él se follaba a Renana, su compañera de despacho, y por eso era tan odiosa con ella por teléfono, o si no sería porque sencillamente le resultaba antipática, aunque aun así resultaba preocupante.
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    Ronel decidió que iba a escribir un libro. Algo entre una historia edificante y un tratado filosófico. Trataría de un rey muy amado por todos sus súbditos que perdería algo muy preciado por él. Dinero no. Quizá un hijo, o un hermano, o puede que hasta un ave cantora, si es que nadie había tenido esa idea ya antes. Hacia la página cien el libro se haría menos simbólico y pasaría a ser más actual, hablaría del desarraigo que el hombre experimenta en la sociedad moderna, pero también ofrecería cierto consuelo. Hacia la página ciento sesenta o ciento setenta se transformaría en un libro de aeropuerto en cuanto a su legibilidad, pero sin perder calidad. Y en la trescientos el libro se transformaría en un animalito peludo y agradable al tacto que el lector podría abrazar y acariciar para sobrellevar su soledad. Todavía no había decidido con qué tecnología trasformaría el libro en un peluche de agradable tacto, pero antes de dormirse se recordó a sí mismo que en el campo de la biología molecular y en el del mundo editorial se habían producido unos avances tan gigantescos que una colaboración entre ambas disciplinas tendría que llegar a ser, sencillamente, inevitable.
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    También aquella mañana se despertó Ronel con una magnífica erección y con el lameteo no del todo descifrado de Shjire, que estaba allí en la habitación sin ningún hueso y completamente desnudo. «Esto no es sexo», fue el primer pensamiento que acudió al instante a la mente de Ronel. «Más que algo social yo diría que es algo existencial.»

    –Shjire, amiguito –le dijo en un alegre susurro para no despertar a Niva–, tú eres el único que me quiere de verdad.
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    la contraportada ponía que el escritor era guía y que había viajado mucho por el mundo. También había allí una pequeña foto de él en blanco y negro. Aparecía en ella con una sonrisa bastante pretenciosa, la sonrisa de pavo real del que se siente satisfecho de haber nacido siendo él
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    Esa misma noche Ronel tuvo un sueño. En él se encontraba sentado en la terraza de su casa concentrado en la lectura del periódico, para intentar, de una manera valiente y sincera, descifrar el misterio de la existencia humana, cuando asomó por sorpresa su querido perro Shjire vestido con un estiloso traje gris y llevando un gigantesco hueso en la boca. Shjire dejó el hueso a los pies de Ronel y le indicó, ladeando la cabeza, que buscara la respuesta en las páginas de economía para, a continuación, añadir una aclaración con una profunda voz humana que recordaba un poco a la del locutor de las noticias Gilad Adin, y es que el género humano no es nada más que un evasor de impuestos.
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    –No me lo puedo creer –exclamó un incrédulo Ronel en su sueño–, me niego a creer que todo nuestro propósito en este mundo sea el de ser un simple evasor de impuestos para que mi querido perro pueda blanquear dinero.

    –Para empezar –puntualizó Shjire–, nadie está hablando aquí de blanqueo de dinero. Todo lo que gano ya me llega en blanco, así que no tengo nada que ver con ese sucio juego. Esto mío es un asunto legítimo a medias que solo pretende inflar los gastos. Y para terminar, digamos que estoy de acuerdo contigo, que acepto tu primera opinión y que el propósito verdadero de la humanidad no es servirme de evasor de impuestos. Aunque, si vamos un poco más allá con este argumento, ¿qué otro propósito puede tener la humanidad?
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