La aparición más tardía, en la edad adulta o después de los cuarenta años, es posible, pero la mayoría de las veces corresponde a fobias sociales latentes, que no se manifestaron únicamente porque el sujeto vivía en un microcosmos particularmente estable y protegido: la enfermedad aparece, pues, en el momento de un cambio existencial importante (divorcio, hijos que se independizan, cambios profesionales, mudanzas, etc.).