En la casa del pobre nunca faltan cucharas. Pueden no existir los tenedores, haber un solo cuchillo para las labores específicas de cortar y rebanar, pero la cuchara siempre está ahí, lista para cumplir su misión de cocinar, remover, servir los alimentos. En el ejército de los cubiertos, la cuchara es la infantería heroica, el peón para el combate diario. En la trinidad esencial de la comida —y su nave, la mesa— el plato, el vaso y la cuchara son inventos imprescindibles.