Clarice Lispector

Yo, viva y centelleante como los instantes, me enciendo y me apago, me enciendo y me apago, me enciendo y me apago.

La alegría de perderse es una alegría de sabbat. Perderse es un peligroso hallarse.

Parambólica es lo que soy. No puedo resumirme porque no se puede sumar una silla y dos manzanas. Yo soy una silla y dos manzanas. Y no me sumo.

alcanzo a través del sueño. Yo te invento, realidad.

Yo, expuesta a la intemperie, yo, inscripción abierta en el dorso de una piedra

Te amo tanto como si siempre estuviese diciéndote adiós.

¿Qué soy entonces? Soy una persona que tiene un corazón que a veces comprende, soy una persona que ha pretendido poner en palabras un mundo ininteligible y un mundo impalpable. Una persona cuyo corazón late de alegría ligerísima sobre todo cuando consigue decir en una frase algo sobre la vida humana o animal.

no sacrifiques el día de hoy por el de mañana. Si te sientes infeliz ahora, toma alguna medida ahora, porque solo existes en la secuencia de los ahoras

es asombroso constatar cuán pocas mujeres consiguieron crear una obra tan extensa. Las que lo consiguieron eran mujeres libres de los obstáculos que impiden escribir a tantas mujeres.

Había emergido de ella muy pronto para descubrir que también sin felicidad se vivía: aboliéndola, había encontrado una legión de personas, antes invisibles, que vivían como quien trabaja: con persistencia, continuidad, alegría.