Antonio Pérez-Adsuar

Siempre fue el hombre un ser de representaciones, una criatura que vivió lo real a través del signo. Aquella antigua idea que equiparaba lo virtual con lo irreal ha quedado totalmente obsoleta.

consecuencias desconocidas aún.

El espectáculo y el entretenimiento se engarzan con el comercio hasta volverse un todo (Lipovetsky y Serroy6).

Por lo tanto, emerge otra cuestión en la mente del saturado lector del siglo XXI: ¿vale la pena pagar por este contenido?

todo se vuelve fluido

Un libro es también una conversación: sus lecturas son inagotables, sus interpretaciones innumerables.

La historia del libro, más bien la historia de la lectura, es también la historia de los objetos que la hacen posible, que la asisten y dan forma con su imprescindible materialidad.

Este aspecto tiene una especial incidencia en el ámbito educativo,

Ante tanta inmaterialidad-flujo y tanta impersonalidad algorítmica y comunicación vacía, el lector/usuario/consumidor/ciudadano buscará aquello que no encuentra en las redes.

Proporciona al lector momentos de introspección, que son cada vez más excepcionales en un mundo dominado por las interacciones rápidas y espasmódicas en Internet, que nos llevan a vivir en lo social constantemente.