sospecho que mi jefe está listo para eliminar todos los números de teléfono de chicas de su agenda. Una universitaria de veintidós años, Everly Jensen, se ha convertido en lo único a lo que presta atención últimamente.
Victoria Valenzuelahar citeretsidste år
Y entonces observo cómo dobla la hoja dos veces por la mitad antes de levantarse lo bastante de la silla como para guardárselo en el bolsillo trasero del pantalón.
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—¿Qué piensas de Sandra?
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No sé por qué, pero Recursos Humanos solo me asigna gays o mujeres tan viejas que podrían ser mi madre.
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—No, quiero decir que qué piensas de Sandra como mujer.
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Me pone, joder, pero no estoy seguro de si yo también le pongo a ella
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—Rompieron en verano —digo con seguridad. Me recuesto en la silla y tiro la pelota al aire un poco más alto. —¿Cómo lo sabes? —Sawyer deja de teclear y se cruza de brazos.
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—Cállate —me interrumpe Sawyer—. No es tu tipo. —¿Preciosa? —pregunto.
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No estoy a la altura de esta chica.
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La dulce Sandra quiere hacer cosas sucias conmigo.
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