diagnósticos significan ni con qué guardan relación.
Queda fuera de toda duda que aquí se están revelando alteraciones en la relación de amoldamiento entre estructuras sociales y actitudes individuales. Por eso, la psicología cognitiva, la economía de la conducta y la fisiología cerebral se ocupan de la «caja negra del yo», la cual tiene la función de establecer mediaciones sin poder atenerse a modelos tradicionales ni a patrones de conducta convencionales. La literatura de asesoramiento, que se acoge a los resultados de investigaciones correspondientes, se publicita anunciando tanto programas de activación intelectual como ejercicios de relajación corporal.
La sociología puede jugar su baza aquí si se toma en serio a sí misma como ciencia basada en la experiencia. La experiencia es la fuente de evidencia tanto de la ciencia empírica como de la praxis vital personal. La experiencia se expresa en discursos y se basa en construcciones. Pero el punto de referencia para el análisis de entradas en «blogs», de artículos de periódicos, de boletines médicos o de informes demoscópicos tienen que ser las experiencias que se expresan en ellos.
Un importante concepto de experiencia de la sociedad actual es el concepto de miedo. Aquí, «miedo» es un concepto que recoge lo que la gente siente, lo que es importante para ella, lo que ella espera y lo que la lleva a la desesperación. En los conceptos de miedo se ve claramente hacia dónde se desarrolla la sociedad, en qué prenden los conflictos, cuándo ciertos grupos han claudicado en su interior y cómo se propagan de pronto ánimos generales apocalípticos y sentimientos de amargura. El miedo nos enseña qué es lo que nos está sucediendo. Hoy, una sociología que quiera comprender su sociedad tiene que dirigir su mirada a la sociedad del miedo