Elena Vilallonga

  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    El nudo materno nos enseña que ser madre es lo mejor del mundo y es también lo peor; que ser madre es tener un poder omnímodo sobre otro y es también ser esclava de ese otro; que ser madre es una identidad que te devora hasta el punto de no poder ser otra cosa y es también (dolorosamente) compatible con seguir siendo hija y otras muchas cosas más.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Cada vez más necesitaba tener amigas mujeres con quienes poder hablar sobre el conflicto que genera la maternidad, es decir, el conflicto de mi vida. Y, aunque me entristecía alejarme de James en este aspecto, me hacía más fuerte sin él
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Solo cuando James y yo estábamos sin Benjamin, nuestro amor recobraba sentido y éramos capaces de reconocer nuestra mutua elección, una elección que podíamos anular o reafirmar, y yo estaba segura de que lo amaba; entonces fui consciente de que, si me entregaba enteramente a la maternidad, tarde o temprano acabaría dejándolo
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Cuando las madres dejan de competir y logran hacerse amigas, es posible llegar a compartir con sinceridad ese tipo de dudas, miedos y autoacusaciones tan propios de las mujeres. Una vez que se dice la verdad, las mujeres conectan entre ellas como los hombres que han servido juntos en el mismo batallón
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    James, hermano, compañero de celda, camarada, duro superviviente de la desaparición del amor, ¿podremos con otro hijo
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Ya no me engaño pensando que es feliz o que está realizada. Solo sé que sigue. Con los años, los años, aprenderá a expresar amor cuando solo sienta odio y fatiga. Pronto estas dos emociones no serán tan esencialmente distintas. En mitad de la noche oscura número cuatrocientos, durante un momento efímero destinado a desvanecerse, solo habrá una mano que acaricia rítmicamente la piel de un niño; el amor está en los dedos. La cólera que horada el corazón no dañará al niño, de momento
  • shinla00har citeretsidste år
    Desde que había dado a luz, poco a poco me fui resignando a vivir en una confusión permanente. Pese a mi temperamento, pese a una infancia rica en figuras que representaban la independencia femenina, encabezada por mi madre, mis tías, las amigas de mi madre, que conservaban sus apellidos de solteras, sus profesiones y su orgullo infinito, lo que realmente me sorprendía era haber caído víctima de los convencionalismos de la maternidad. Al fin y al cabo, ¿tanto poder tienen las convenciones?
  • Bianca Beltránhar citeretfor 2 år siden
    No nos quitábamos de la cabeza la mentira despiadada de que si una mujer es realmente una mujer, sabe dar a luz con gracia; si es básicamente femenina, se las ingenia como puede para ser una buena madre. Incluso después de los nueve meses de embarazo que revelaron que el mito no era cierto o que yo era un fracaso descomunal, seguí creyéndome esa mentira.
  • Bianca Beltránhar citeretfor 2 år siden
    Más tarde, cuando mis espectadores vestidos de blanco atendían a otra mujer que agonizaba en su pesadilla particular, yo me hallaba reposando en la sala de rehabilitación. Cogí al bebé en mis brazos, le miré a los ojos. Me quedé de pie junto a la ventana un rato largo, contemplando la noche, todavía derramando sangre entre las piernas. Abrumada por mi propia fuerza y resistencia, lloraba y reía. Sentí que nunca había deseado otra cosa en la vida que ser madre y juré que nunca más tendría otro hijo.
  • Bianca Beltránhar citeretfor 2 år siden
    n.

    Pensé que nunca debería haber tenido un hijo. Si al menos alguien me hubiera dicho en qué consistía, me lo habría ahorrado y ahora estaría a salvo. ¿De dónde había salido ese ser sin igual de una fuerza titánica, que bramaba incomprensiblemente y sorbía de mi pecho hasta consumirme? ¿Quién era él en realidad y con qué autoridad se había ganado el derecho a dominar mi vida? Yo nunca podría ser una buena madre. ¿Acaso no era yo misma, con mi ansiedad traicionera, la que había creado un niño propenso a los cólicos?
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