O se manifiestan los rasgos evitativos de personalidad, para quienes es mejor no hacer nada, por lo que evitan salir, estudiar, trabajar, hacer contactos sociales. Ellos piensan o sienten que no son nada (lo que muestra muchas veces una autoestima gravemente dañada), por lo tanto es mejor no hacer nada y con esto previenen posibles fracasos.
Un ejemplo de esto último es cuando una persona comienza a encerrarse en casa, no sabe en qué trabajar, no quiere exponerse socialmente para no ser peor de lo que ya piensa que es. Entonces, no hace nada o realiza solo las actividades en las que tiene absoluta seguridad que podrá lograr el resultado esperado. En este sentido, la frustración se vuelve asesino del ego, no por sí mismo, sino porque la persona deja que eso ocurra.