Desde este enfoque, la mirada feminista es imprescindible para cuestionar ciertos prejuicios patriarcales muy arraigados sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres, pero también para criticar la concepción androcéntrica de la ciencia médica occidental, que considera a las mujeres y sus cuerpos menos valiosos y sanos cuando termina su etapa reproductiva. Prejuicios y estereotipos que las mujeres asumen como creencias propias y a quienes lo que les asusta no son tanto los sofocos como los cambios visibles que anuncian que entran en una etapa en que se vuelven invisibles para la mirada de los hombres. Sin la mirada de “los otros”, sin su reconocimiento, pierden el sentido de su esencia, y sumisas y dóciles, comprarán todo lo que la industria farmacéutica, alimentaria y cosmética oferte para mantener la ilusión de permanencia, de que nada cambia, de que se puede negar, luchar y ganar contra la inevitable impermanencia del ciclo de la vida