Diana del Ángel

Nosotras no queremos ser símbolo ni excusa para su democracia

Queremos nuestra libertad, queremos nuestra vida y la de las otras. Te queremos aquí, viva. Y que las decisiones que tomaste sobre tu vida no dependan de lo que hicieron con tu cuerpo.

¿Qué país es este, señoras y señores, diputados y senadores, para que una niña tenga que sentarse a escribir no sólo sobre el asesinato, sino del desollamiento? ¿Por qué nadie la llevó a la playa? ¿Por qué nadie le cortó buganvilias? ¿Quién le dijo: “Siéntate y acuchíllate y escribe sobre este suceso atroz que finalmente nos concierne a todos”?

Procesos de la noche nos insta a no olvidar ni a dejar que la inercia nos gane: para que no se repita la historia, para que jóvenes talentosos como Diana del Ángel nunca más tengan que ser los cicerones de este dantesco infierno en que se ha convertido México.

acabo deseando que esa piel ya no esté, que haya vuelto a la tierra o a la nada de donde venimos

Al salir de allí yo me pregunto dónde estaba Dios el 26 y 27 de septiembre

Para la mayoría de la gente, todos esos términos jurídicos son tan necesarios como desconocidos: la primera barrera entre la justicia y las personas es el lenguaje.

En cierto modo, todo el aparato jurídico, todas las palabras argüidas, culminan en el cuerpo de Julio, en la necesidad de poner al descubierto la verdad de su rostro sin piel.

Ella ha escrito “derecho a la verdad”, “reparación”, “no repetición”, con la misma indiferencia con que habría escrito “ácido desoxirribonucleico” o “impunidad”

Cómo no sentir el dolor que ese lugar tendrá por siempre.