Tú y yo, por el contrario, esperábamos la luz, acercarnos al amanecer en busca de la unidad, de esa unión impalpable que no tiene nombre, esa misma que solicitarán de nosotros, para ser dichos, para hacerse reales, la niebla, la plaza, la iglesia, San Jorge, el mediodía, los herreros, las figuras policromadas, el castillo, el canto del sembrador, los comensales, las farolas ámbar y esta madrugada.