es

Louis-Ferdinand Céline

  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    Igual podrían habernos ahogado, cuando acabábamos. Habría sido más práctico para todos.
  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    Se llamaba Pinçon, aquel canalla, el comandante Pinçon. Espero que ya haya estirado la pata (y no de muerte suave). Pero en aquel momento de que hablo, estaba más vivo que la hostia, el Pinçon.
  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    Por allí, donde señalaba, solo había noche, como en todos lados, una noche enorme que se tragaba la carretera a dos pasos de nosotros, hasta el punto de que solo destacaba de la negrura un trocito de carretera del tamaño de la lengua
  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    Era como si, a fuerza de broncas, hubiesen intentado infundirme deseos de ir a suicidarme. Esas cosas se tienen o no se tienen.
  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    De toda aquella oscuridad, tan densa, nada más caer la noche, que parecía que no volverías a ver el brazo en cuanto lo extendías más allá del hombro, yo solo sabía una cosa, pero esa con toda certeza, y era que encerraba voluntades homicidas enormes e innumerables.
  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    En cuanto caía la noche, aquel bocazas del Estado Mayor solo pensaba en enviarnos al otro mundo y muchas veces le daba ya a la puesta de sol. Luchábamos un poco con él a base de inercia, nos obstinábamos en no entenderlo, nos aferrábamos al acantonamiento, donde estábamos a gustito, lo más posible, pero, al final, cuando ya no se veían los árboles, teníamos que ceder y salir a morir un poco; la cena del general estaba lista.
  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    Desde entonces sé lo que deben de sentir los conejos en un coto de caza.
  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    si regresábamos, no olvidaríamos nunca, absolutamente nunca, que habíamos descubierto en la tierra a un hombre como tú y como yo, pero mucho más sanguinario que los cocodrilos y los tiburones que pasan entre dos aguas, y con las fauces abiertas, en torno a los barcos que van a verterles basura y carne podrida a alta mar, por La Habana.
  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    La gran derrota, en todo, es olvidar, y sobre todo lo que te ha matado, y diñarla sin comprender nunca hasta qué punto son hijoputas los hombres. Cuando estemos al borde del hoyo, no habrá que hacerse el listo, pero tampoco olvidar, habrá que contar todo sin cambiar una palabra, todas las cabronadas más increíbles que hayamos visto en los hombres y después hincar el pico y bajar. Es trabajo de sobra para toda una vida.
  • Manuel Robledohar citeretsidste måned
    Tal vez a causa de esos recuerdos tuviese aspecto tan quisquilloso y gruñón, como un perro viejo molestado en sus hábitos y que intenta encontrar su cesta con cojín dondequiera que le abran la puerta.
fb2epub
Træk og slip dine filer (ikke mere end 5 ad gangen)