La batalla de Jena marcó el fin de la Historia, porque fue en ese momento cuando la vanguardia de la humanidad (un término muy familiar para los marxistas) llevó a la práctica los principios de la Revolución Francesa. Si bien quedaba mucho por hacer después de 1806 —abolir la esclavitud y el comercio de esclavos, extender el derecho a voto a los trabajadores, las mujeres, los negros y otras minorías raciales, etcétera—, los principios básicos del Estado democrático liberal no podían ser mejorados.