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Joseph Brodsky

  • Brenda Legorretahar citeretsidste år
    Era una noche desapacible y, antes de que mi retina pudiese registrar cualquier cosa, me sentí invadido por una felicidad absoluta; mis orificios nasales recibían el azote de algo que para mí ha sido siempre sinónimo de este sentimiento, el olor de algas heladas. Para algunos, es el olor de la hierba o del heno recién cortado; para otros, el aroma navideño de las agujas de las coníferas y las mandarinas. Para mí, son las algas heladas, en parte por aspectos onomatopéyicos que se conjugan en esta palabra (en ruso, alga es la maravillosa vodorosli), en parte también por una pequeña incongruencia y un drama subacuático que se oculta en esta noción.
  • Brenda Legorretahar citeretsidste år
    un breve serpentear por estrechas callejuelas
  • Brenda Legorretahar citeretsidste år
    En invierno, especialmente los domingos, te despiertas en esta ciudad con el repiqueteo de sus innumerables campanas, como si detrás de las cortinas de gasa un gigantesco juego de té de porcelana vibrara sobre una bandeja de plata en el cielo gris perla
  • Brenda Legorretahar citeretsidste år
    Esto se debe sin duda a la topografía, a las calles –estrechas y sinuosas como anguilas–, que finalmente te conducen al encuentro de un campo con una catedral en medio, recubierta de santos y orgullosa de sus cúpulas en forma de medusa. No importa por qué motivo saliste de casa, terminarás por perderte en esos largos callejones y pasajes en forma de espiral que te hechizan y te obligan a seguirlos hasta
  • Brenda Legorretahar citeretsidste år
    Todo viajero conoce esta clase de apuro, esta mezcla de cansancio y aprensión. Es el momento de amedrentar con la mirada el rostro de los relojes y los horarios, de escudriñar el mármol varicoso que hay bajo nuestros pies, de inhalar amoniaco y ese extraño olor que el hierro fundido de las locomotoras exhala en las noches frías del invierno. Hice todo eso.
  • Brenda Legorretahar citeretsidste år
    En mi opinión, el mimetismo ocupa un puesto muy elevado en el escalafón de todo viajero, y la Italia que tenía en mente en aquel momento estaba formada por la fusión de las películas en blanco y negro de los años cincuenta y el medio igualmente monocromo de mi oficio.
  • Brenda Legorretahar citeretsidste år
    en algún lugar del hipotálamo en el que se almacenan los recuerdos de
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    El telón de fondo estaba lleno de oscuras siluetas de cúpulas de iglesias y tejados; un puente que se arqueaba sobre la curva negra de un cuerpo de agua, y cuyos extremos habían sido prendidos por el infinito.
  • Brenda Legorretahar citeretsidste år
    e haberme girado, simplemente habría visto la stazione en todo su esplendor rectangular de neón y urbanidad, habría visto las grandes letras en las que se leía VENEZIA. Pero no lo hice. El cielo estaba lleno de estrellas invernales, con ese aspecto que a menudo ofrecen en provincias.
  • Brenda Legorretahar citeretsidste år
    A ambos lados, con las rodillas hundidas en un agua negra como el carbón, se levantaban los enormes troncos tallados de oscuros palacios repletos de inimaginables tesoros; oro con casi toda probabilidad y a juzgar por el tenue brillo amarillo eléctrico que emergía de vez en cuando de las ranuras de los portones. La sensación de conjunto era mitológica; para ser precisos, ciclópea. Me había introducido en la inmensidad contemplada desde la escalinata de la stazione y ahora me abría paso entre sus habitantes, junto al grupo de cíclopes durmientes que se reclinaban sobre el agua y que, de vez en cuando, levantaban y dejaban caer un párpado.
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