Atraviesa el aeropuerto con una pequeña maleta de cuatro ruedas, el libro en la mano, como quien ha cruzado cientos de no-lugares y se encuentra cómoda en un tiempo detenido y expectante. Esa es la imagen tras la que le gusta imaginarse, una mujer joven sin dudas ni temblores, con los ojos fijos un poco por encima del horizonte, la respiración llevada a un ritmo tranquilo, adulto