Nunca he creído en el amor. Nunca lo he buscado. No le veía ningún valor práctico y, para ser sincero, me iba bien sin él. Entonces fue cuando te conocí. Tu sonrisa, tu fuerza, tu inteligencia y tu empatía. Incluso tu rebeldía y tu terquedad. Llenaste una parte de mi alma que siempre pensé que estaría vacía, y curaste cicatrices que no sabía que existían. Y me di cuenta de que… no es que antes no creyera en el amor. Es que lo estaba guardando todo para ti.