i cerebro, mis tripas y mis nervios estaban todos en constante estado de máxima alerta. Nada era seguro. Nada era permanente. Cada día caminaba sobre una alfombra que alguien podría arrancar de debajo de mis pies en el momento menos pensado.
Fabiola Cabralhar citeretsidste år
Había estado allí a su lado, pero necesitaba tener también a alguien a mi lado que me cogiese la mano a mí. A veces las madres también necesitan el
Fabiola Cabralhar citeretsidste år
Lo que yo necesitaba era saber que tenía a mi lado a alguien que me ayudaría a salir adelante. Aquel verano, apretando los dientes, decidí que esa persona era yo, no un hombre ni una familia, y que siempre sería solo yo.